El otro día fui a un concierto de piano, hacía mucho calor y la colonia de la mujer que estaba a mi lado era muy fuerte. Esas dos circunstancias podrían haberme arruinado el concierto, pero afortunadamente no lo hicieron.
Cualquier actividad que realizamos en el día requiere concentración: leer, estudiar, trabajar, cocinar, conducir, mantener una conversación, etc., sin embargo, continuamente estamos distraídos y perdemos el hilo.
Es poco común tener la cabeza en aquello en lo que estamos haciendo, sobretodo si son tareas cotidianas que tenemos automatizadas, y se requiere de un gran esfuerzo para mantenerse concentrado.
Nos distraemos porque nos preocupamos con problemas, pensamientos negativos y rumiaciones que monopolizan nuestra atención. Nos pasamos el día escuchando esa voz interior que llena nuestra cabeza de ruido y, en muchos casos, no sabemos cómo acallarla.
Yo podría haber estado la hora que duró el concierto pensando en el calor y en por qué alguien utiliza una colonia tan fuerte. Pero yo tenía claro qué era lo que quería hacer, quería disfrutar del concierto y lo que hice fue, sencillamente, dirigir mi atención hacia los intérpretes.
Así de fácil. Gracias a la práctica sistemática de Mindfulness mi mente está entrenada para centrarse en lo importante. Sin más ....
